La coherencia no permite grados… solo se puede ser coherente o incoherente. No hay término medio!

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¿Por qué es importante que las organizaciones sean consistentes y coherentes?

 

En términos simples, porque la inconsistencia y la incoherencia generan desconcierto y confusión en las organizaciones, lo que a su vez se traduce en una baja productividad, falta de alineamiento y una pérdida de energía en las personas y equipos innecesarias.

 

Ahora bien, entendiendo la dificultad de lograr una organización consistente y coherente – dado que es a través del comportamiento de las personas (principalmente líderes) como se consigue – intentaremos ordenar algunos conceptos que pueden ayudar y facilitar la búsqueda de la tan anhelada consistencia interna.

 

Lo primero, es identificar ese “relato interno”, el QUÉ queremos transmitir. Se trata de definir la base con la que nos queremos comparar en términos de lo que decimos, porque lo que intentamos es que la organización actúe en consecuencia con lo que declara.

Este elemento inicial tiene que ver con clarificarle a todos los miembros de la organización hacia dónde vamos, cuál es la manera de hacer las cosas o cuáles son los atributos que distinguen a esta organización u otro elemento que permita alinear a todos en torno a un mensaje común.

 

En segundo lugar, definido el relato interno, es necesario salir a comunicarlo, de manera de alinear a los colaboradores en función de la identidad que se quiere construir. Busca dar sentido a todo lo que la organización hace y comunica en relación al relato interno. Explicar, asegurar los medios adecuados para llegar a los distintos grupos objetivos internos, intervenir mensajes de los líderes, alinear el contenido de los medios, impulsar campañas de marketing interno y lo más importante, trabajar con los líderes en su rol como comunicadores, son algunas de las herramientas que nos permitirán llegar con el mensaje a todos en la organización. Es el CÓMO vamos a transmitir la identidad interna definida.

 

Por último, quizás la parte más compleja, es asegurar que -lo que estamos declarando- se viva en el día a día. Esto es la VERIFICACIÓN de la promesa. Entonces, lo importante es preocuparse de la experiencia de cada una de las personas que trabajan en la empresa: reconocerla, cuidarla y gestionarla en los distintos puntos de contacto interno que la organización tiene con sus personas. Por ejemplo, coherencia y consistencia en el proceso de ingreso a la compañía (¿les suena una práctica poco coherente que las personas al ingresar a la organización no tengan clave para entrar a la intranet, o no les haya llegado el computador?) … coherencia y consistencia en la inducción (no basta con que se expliciten los valores en una lámina del power point, es necesario que se sienta esa impronta que los distingue en todo el proceso) … coherencia y consistencia en los hitos y ritos internos, … coherencia y consistencia en las conductas que estamos reconociendo, entre otros procesos internos claves. La verificación de la promesa se empieza a sentir y vivir en el modo de hacer las cosas.

 

Al final, trabajar para lograr consistencia y coherencia interna en una organización es reforzar su cultura, es construir un lugar que -con el compromiso, esfuerzo, buen ambiente y trabajo de todos en la organización- logra sus objetivos de negocio.