LA RECETA DEL ENGAGEMENT

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A principios de este mes El Mercurio publicó los resultados de la cuarta versión del estudio “Medición de Engagement en Empresas Chilenas 2017” realizado por Fundación Chile, el cual explora la relación existente entre el compromiso laboral, el agotamiento y la intención de las personas de abandonar sus actuales puestos de trabajo.

La medición – con una participación superior a las 14.500 personas – arrojó que mientras mayor es el nivel de engagement de los trabajadores, menor será su intención de salida. Parece obvia la conclusión, pero difícil el camino para lograr empleados contentos y comprometidos. ¿Cómo generar – entonces- engagement entre nuestros colaboradores?

La literatura y el sentido común nos presentan algunos ingredientes: espacio para el desarrollo profesional, un buen ambiente de trabajo, beneficios diferenciadores, desafíos permanentes, un liderazgo del que aprender y admirar, el reconocimiento a la tarea bien realizada y un salario justo son algunos elementos a considerar. Y en el último tiempo la irrupción de las nuevas generaciones también suman la incorporación del balance entre el trabajo y la vida personal, aportar a la sociedad dándole sentido a lo que hacemos y formas de relacionarnos más informales y horizontales.

Pero cada uno de estos elementos corren el riesgo de convertirse en commodities o de intentar adecuarlos en empresas que son distintas en sus aproximaciones y maneras de ser. Lo que se valora en un lugar no necesariamente destacará como valor en otra compañía.

Una misma receta no augura iguales resultados en distintos recipientes. Dependerá de la cuchara que escojamos, de la temperatura elegida y, por supuesto, de las manos que colaboren en su elaboración. En el mundo de las personas, la flexibilidad, la creatividad y la apertura serán siempre bienvenidas a la hora de buscar soluciones.

Más allá de los componentes a considerar para generar engagement, creemos que es fundamental definir primero qué es lo que queremos construir como compañía de cara a nuestras personas, combinando lo que somos con lo que queremos llegar a ser. Esta pregunta inicial será clave para – posteriormente – escoger los ingredientes necesarios para nuestra propia creación. Y en esto el desafío de construir una propuesta de valor interna, única y distintiva – a la medida de cada compañía- se erige como uno de los caminos más difíciles pero a la vez más fascinantes para generar un cambio real, profundo y sostenible para nuestras personas y nuestro negocio.

Y hay más. El desafío no está solo en definir esa oferta de valor sino en gestionarla en su día a día, tiñendo con su esencia a los líderes, los procesos, ritos y celebraciones, hábitos, tono y estilo de las comunicaciones y la experiencia completa del trabajador. Y así, paso a paso, con un faro claro, vamos construyendo la empresa que queremos y que valoran nuestras personas. El engagement, entonces, será la consecuencia lógica de una receta preparada estratégicamente, con tiempo, recursos, cariño y dedicación.

 

Matías Carrasco.
Director y Consultor en Cultura, Engage.